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10 de abril de 2011
Sin embargo, todos y cada uno de nosotros tenemos unas circunstancias detrás, de esas que hacen y nos hacen a lo largo de la vida. Todos venimos de algún sitio e intentamos alcanzar otro. Algunos tienen muy claro desde el punto de inicio cual es la meta a coronar, otros tan solo avanzan con la esperanza de descubrirla a lo largo del camino.
Ella siempre había pensado que lo importante era ser fiel a su integridad, que lo importante era demostrar en cada uno de los obstáculos del camino, que la afectasen en mayor o menor medida, siempre había un modo único e inconfundible (un sello de la casa, por decirlo asi) de enfrentarse a las cosas. Creía que era capaz, mas o menos, de responder a lo largo de las posibles situaciones que surgiesen al caminar por la vida.
Lo que no pensaba, es que, sin darse cuenta, sin percatarse de los actos que llevaban a cabo sus manos, sin conocer el porque de aquellas taquicardias transitorias, sin ser ella misma la primera en conocer sus sentimientos, iba a cambiar su vida. Siempre había sido fiel. Fiel a sus parejas, a sus amistades, a sus familiares, a sus ideales de cómo se han de hacer las cosas en cada uno de los instantes que la vida pone a nuestro alcance, siempre había sido fiel a si misma.
Un dia, uno como otro cualquier, cruzo la línea sin saber que la cruzaba. Aquel fue el primer impulso que necesita una rueda para comenzar a rodar. Aquel fue el primer instante en el que empezó a traicionarse a si misma, a traicionar su verdad, sin apenas darse cuenta. La mayoría de las cosas, pensó, suceden antes de que nos demos cuenta que han pasado, y apenas podemos ver su estela, el rastro que han dejado a su paso.
Habia empezado otra relacion sin cortar la anterior. No había soltado los
amarres su anterior vida sentimental, pero tampoco , y eso es lo que mas la asustaba, quería hacerlo. Queria las dos cosas, no deseaba renunciar a nada y no estaba dispuesta a hacerlo. Por suerte o por desgracia, podía compaginar ambas cosas, la secuencia temporal y los diferentes lugares de residencia durante la semana se lo permitían.
Empezo, entonces, a darse cuenta de que algo en ella había cambiado, algo, que la asustaba, pero a la vez le resultaba la cosa mas excitante del mundo, de su nuevo mundo.Blanca
6 de abril de 2011
Las cosas han cambiado, hemos abandonado los malos hábitos. Se recobra el hábito del sueño, las necesidades básicas, volvemos a sentir y padecer. Todos esos sentimientos de abatimiento han desaparecido y a paz (relativa por supuesto) ha vuelto a reinar en el reino de las tempestades.
Desayuno con las amigas, tranquilo, sin prisas, sin tener que pensar en volver a la biblioteca. Café con leche, croissant, una terracita tranquila y muchas conversaciones trascendentales intentando cambiar el mundo. Así el día a día si que merece la pena.
Desde luego, las cosas se ven mejores desde la terraza de un séptimo piso con los últimos rayos del sol bañando tu cuerpo y una taza de poleo-menta para celebrar que se puede volver a disfrutar del día a día.
Blanca
23 de marzo de 2011
Porque no podía mas. Estaba rota. NO podía seguir con ello. Sentía que no iba a ninguna parte. Estaba cansada, solo tenia ganas de coger el tren con regreso al paraíso. Sabia desde el principio que no iba a ser fácil, que iba a tener que pelear en cada una de las batallas.
Le reventaba no poder ser como el resto, aquellos que simplemente dejan que las cosas fluyan, los que confían en su estrella. No podía, siempre tenia que tenerlo todo bajo control, y últimamente las cosas se le escapaban de las manos. Huía aquello por lo que llevaba luchando meses, desaparecían las esperanzas, sentía que el esfuerzo había sido en vano.
Solo esperaba, que como en tiempos pasados, se fuese la tormenta para poder volver a la calma. Habia perdido hace mucho esa paz que la caracterizaba años atrás. Estaba en un bucle del que no sabia como salir. Se encontraba a tientas en un laberinto.
Si le hubiesen concedido un deseo, desde luego no hubiese pedido solucionar el problema. Tenia claro que lo único que ansiaba era desaparecer por un tiempo y poner punto y aparte (el final era imposible) a aquello. No veía la luz a través de las tinieblas.
Blanca
17 de marzo de 2011
Hace no mucho tiempo una gran amiga le contó una historia. Una amiga de esas que no son de toda la vida, pero con la que se entendía como si lo fuese. La historia es de las que no se olvidan, que tienen moraleja, una historia que la acompañará en cada paso que de y a la que siempre podrá recurrir cuando todo se tuerza.
Erase una vez un hombre que escribió en su epitafio “ aquí descansa uno que nunca tembló”. Preciosa frase pensó en aquel momento. Pero mas le sorprendió la reflexión “ si nunca has temblado es que nunca has estudiado”, añadió su amiga.
Si no tiemblas, pensó ella, es porque no has vivido. Desde la juventud de sus experiencias recordó en un "coup de oeil" que tal vez, lo que no podía recordar, eran las veces que no había temblado. Cada uno lucha en la batalla de la vida de un modo distinto. Siempre había defendido que temblar, llorar, incluso derrumbarse, es parte del proceso, parte de todo aquello que hemos de ir aprendiendo.
“Caer está permitido, levantarse es una obligación”.
Esa frase le recordaba su adolescencia, su periodo de transición a lo que hoy en día, intenta ser, todavía sin lograrlo. Siempre ha defendido, y siempre defenderá que no los más valientes son los que se alzan con el primer premio del juego de la vida. Si temblar es tu paracaídas, pensaba, solo es cuestión de abrirlo en el momento indicado.
Porque, aunque todo vaya mal, nos desborde el agobio y pensemos que no podemos con la situación, hemos llegado aquí temblando, pero hemos llegado.
Blanca
16 de marzo de 2011
Dejo de volar cerca del nido. Literalmente traslado el nido a 800km de distancia. La desventaja de los traslados es que perdió muchas cosas en el camino, cosas que no consideraba lo suficientemente importante como para preocuparse de guardarlas en primer lugar en la maleta, pero que llegada la hora eran lo que mas echaba de menos.
Recordaba aquel peluche, aquella foto que había olvidado, aquella carta que nunca se cansaba de leer. Echaba de menos aquella voz despertándola cada mañana, suave, muy despacio con todo el cariño que la gente pone en lo que mas aprecia. Recordaba como su perro metia la cabeza bajo sus brazos para que lo abrazase cada noche en el sofá. Anhelaba las llamadas de teléfono en las que no tenia que preguntar quien era la persona que estaba al otro lado. Echaba de menos las costumbres que nunca pensó en recordar.
Penso muchas veces en aquello, sentía que la transportaba de nuevo a aquel norte que siempre echaba de menos cuando mas le hacia falta. Aprendió que las cigüeñas nunca craqueaban del mismo modo que ella recordaba. Descubrió que no necesitaba aquella burbuja protectora, pero que la echaba en falta.
Pensó que estar mas al norte aun, era justo lo que necesitaba.
Blanca
Faltan las palabras. Solo lloraba, desconsoladamente. Sin explicaciones. Rozaba el ahogo, porque el dolor le impedía respirar. Las lagrimas rozaban su cara, desbordaban sus ojos, entrecortaban cada uno de sus intentos de poder respirar.
No podía pensar, se sentía desbordada .
Sentia que se rompia por dentro, que todo lo construido caía. Derramaba cada lagrima pensando en la impotencia. Se sentía engañada, ultrajada. Intentaba comprender como y porque y eso la hacia llorar, llorar mas fuerte, se desgarraba en cada llanto. Ella siempre había pensado que las lagrimas eran de débiles hasta aquel momento. No podía controlar su dolor, no entendía haberlo perdido todo en un segundo y la única reacción ante aquello, ante esa presión, era soltarlo todo, dejar que parte de si misma se escapase liberando tensiones.
Perdía las esperanzas , la confianza en la otra persona a medida que el agua dulce regaba sus mejillas. Se destrozaron sus planes, su autoestima, su futuro, su relacion en el mismo instante que empezó a no poder respirar.
Era consciente de que ya no habría a un mañana a su lado, que todo en lo que confiaba hasta aquel momento no era mas que la idea que ella tenia de la situación. Descubrio que había jugado con ella, se sentía como como un objeto a la deriva en mitad de la nada, movida por las olas, con un rumbo desconocido.
Silencio el móvil apagando así su voz para siempre. No quería sus intentos de explicaciones. No quería tener que confiar en quien la había hecho llorar hasta romperse. Cogió aire y decidió llorar, llorar cada uno de los sentimientos que sentía. Llorar ahora para no volver a hacerlo.
“AND ALL THE ROADS THAT LEAD YOU THERE ARE WINDING AND ALL THE LIGHTS THAT LIGHT THE WAY ARE BLINDING”