11 de mayo de 2011



Le quedaban demasiadas cosas por confesar. Cosas que pocos sabían. Cosas que no contaba porque no le gustaba que quien no debiera, supiese más de lo que debía saber. No las contaba para poder sorprender. No las contaba porque solo le pertenecían a ella.

Su animal preferido siempre habían sido las cigüeñas. Era adicta al café, siempre corto de café, leche desnatada con dos bolsitas de sacarina y a temperatura magma. Odiaba profundamente la libertad irreverente de su flequillo. Disfrutaba de la soledad y de la buena compañía. Le encantaban que las pecas de su brazo izquierdo fuesen exactamente iguales a las de su madre. Su día preferido eran los domingos, con un gran tazón de cereales delante de la tele viendo dibujos. Adoraba a su hermano. Decía que era alérgica a los gatos solo por no tener que estar cerca de ellos. Pensaba que todos los problemas de su mundo se solucionaban debajo del edredón. 

Creía que algo que no era capaz de explicar, sin dioses ni filosofías por medio. Adoraba a los niños a pesar de que pensaba que no eran más que una fábrica de mocos. Estaba orgullosa de que la genética la hubiese recompensado con ojos verdes. Públicamente odiaba el futbol, aunque le encantaba en “petit comité”. Creía en el sacrificio como único medio para lograr lo que uno quiere. Adoraba su carrera sobre todas las cosas. Le encantaba tostarse al sol. Sonreía tras los piropos al pasar delante de una obra. Le daban asco las aceitunas porque brillaban. 

Pensaba que nada sube más la moral que unos tacones para poder ver el mundo desde lo alto. Nunca cambiaria su infancia si pudiese, con sus cosas buenas y sus cosas malas. 

Lo que más la reconfortaba era conseguir algo después de haber tenido que pelear por ello. Tenia miedo de haber dejado escapar algo que no volveria. Le gustaba la lluvia, pero solo suave, el orballo. Creía que había estudiado en el mejor colegio del mundo. Le encantaba tener invitados en casa y hacer el papel de anfitriona perfecta. Admiraba a mama. Lloraba viendo el telediario. Le encantaban las flores que salian aleatoriamente en su jardín. Leía libros sin introducción nudo y desenlace. Echaba de menos a todos lo que de una manera u otra ya no estaban.

Se guardaba sus mejores secretos solo para quien se los merecía.


 Odiaba las bebidas con as porque le picaban en la nariz. Aprovechaba las tormentas para salir a fumar a la terraza y dejar que la llovia mojase sus pies. Adoraba viajar de noche en coche. Le encantaba ir la playa en invierno. Creia que los mejores veraneos eran los del norte. Tenia miedo al conducir. Cantaba mientras se duchaba, y al secarse el pelo. Pensaba que nunca tendría una mascota mejor. Le encantaba el cine francés. Su bebida preferida en las grandes ocasiones era el canei. Le encantaba la colección de pisapapeles de su salón.



Blanca.  


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