22 de febrero de 2011

Al filo de lo imposible


Llegamos donde pudimos. Luchamos por lo que ansiábamos conseguir. Perseguimos aquello de lo que es estábamos seguros. Apostamos por una vida que no sabíamos de antemano si era lo que nos gustaba. Peleamos por llegar donde llegamos. Disfrutamos cada uno de los triunfos con otro reto.

Escalamos la montaña paso a paso, despacio, disfrutando de la subida. Recordamos lo dulce que fue encontrar el primer campamento base. Lo dureza en nuestros cuerpos, nuestros rostros, la dureza de volver a ascender en busca de la cima. Lloramos en el camino, sufrimos todas y cada una de las inclemencias, encontramos compañeros en el ascenso que tal vez, siempre estén ahí.

Aprendimos a volar fuera del nido. Encontramos la mayor verdad, “si no luchas por lo que quieres, probablemente te lo arrebataran”. Entedimos que nada es para siempre, y nos replanteamos el significado de muchas palabras. Aprendimos a curtirnos a base de grandes exposiciones a bajo cero.

Pero sobretodo, aprendimos. Aprendimos a aprender que nunca debemos dejar de escalar. Que perderemos todo lo ganado si no continuamos el ascenso a la cima. Igual no llegamos, o tal vez si, pero entendimos desde el primer dia, que desde la falda de la montaña no lo íbamos a averiguar.

Aprendi a creer que si lo intentas, si de verdad lo intentas, y enseñas los dientes en cada ataque probablemente consigas salir adelante.

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